Archivo de la Categoría “FOTOS CENSURADAS por sentencia Tribunal Supremo”

La preciosa casa de la playa, donde han ido Cristina, Peter y Joaquín a pasar unos días. Yo no he ido por dos razones: primero porque mi salud no me lo permite, pero sobretodo porque toda la casa palmo a palmo está llena de Joaquín, diría que hay recuerdos de él y recuerdos míos pero no es así, en cualquier caso serían recuerdos de los dos: los dos íbamos a comprar, los dos pedíamos presupuestos, los dos…

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Tras morir él fui alguna vez para dejar las cosas recogidas. Fui tan feliz allí con él y los niños… ya os habréis dado cuenta de que toda la familia de Joaquín no me quería aunque en la entrada del blog anterior se puede comprobar que la abuela pasó muchos veranos con nosotros (ella y yo nos queríamos mucho). Unos veranos se quedaba con la chica y con Cristina porque todavía era muy pequeña, mientras nosotros estábamos de viaje. Otras veces venía y estábamos todos.

Un día la tía Rosario me dijo ¿Puedo ir a tu casa de la playa? y yo le dije claro que sí.

Y vino, vio como yo era, vio como yo quería a Joaquín.

Cristina siempre ha sido de un carácter dulce y acogedor, yo diría que ha sido de todos los nietos la que más ha querido a la abuela.

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“Pirate” mi perrito hizo migas con la abuela y se le subía a su regazo porque sentía calorcito. La verdad es que a “Pirate” lo queríamos todos. Cuando se murió, mi hijo Joaquín dijo en broma, “mamá yo no quiero que se vaya, porque no lo disecamos y lo ponemos en una maderita con cuatro ruedas y un hilito” como en la novela Hotel New Hampshire.

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Pero eso no fue nada, lo gordo en mi familia, mi reducida familia, fue cuando faltó Joaquín: esta casa también está llena de recuerdos pero yo quiero vivir en ella, los tengo asimilados más de otra manera, y ella misma me ayudara a morirme.

 

He quitado todo el jardín, apenas tengo nada, pero nunca quitaré aquel olivo que él quiso poner y que los dos adorábamos.

 

 

 

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NOTA ACLARATORIA: ESTA ENTRADA ESTA ESCRITA POR JOAQUÍN DE PRADA SAMPER, NIETO DE DOÑA CARMEN GONZÁLEZ PÉREZ. ESTE ES EL MENSAJE: YO CON LAS FOTOS DE MI ABUELA HAGO LO QUE QUIERO.

Estaba la muñequilla sucia y despintada, y le faltaba una pata; pero como la pobrecita Pelusa nunca había tenido otra, parecíale preciosa, y le puso por nombre doña Amparo, porque así se llamaba la señora gorda que vivía al fin de la calle y que gastaba sombrero con plumas.

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La abuela Carmen tuvo una nenita, y la perdió de una manera terrible.

Por eso cuando nació Cristina, además en Madrid, papá intentó que fuera la nenita de la abuela. Por eso, y porque es especial, Cristina adoraba a su abuela.

Aquí la vemos en Gavá en el verano de 1972. Jugando con “Doña Amparo” la muñeca, la nenita de Cristina, que, por cierto recibía su nombre del libro “Pelusa” del Padre Coloma.

Siempre que Cristina iba a Madrid visitaba a su abuela.

Pero un día se murió papá y otro día se murió la abuela y nos dejaron solos, ahora visto lo visto, abandonados. La congregación del Niño Jesús de Praga nos robó, nos dieron la espalda delante del ataúd de la abuela. Cristina se sumió en una profunda depresión.

Pero nunca podrán borrar estas imágenes.

¡Ah! Se me olvidaba decir que doña Amparo sigue viviendo en la calle de Zorrilla, núm. 12; pero ha tomado también otro cuarto bajo en la calle de San Bernardino, núm. 14, donde pasa muchas horas del día y recibe a sus amigos.

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Estamos tristes. Ya hay sentencia del Tribunal Supremo y Loli de Prada ha sido condenada en firme. Las copias del libro “Joaquín y Loli. Un encuentro de cine” que llevan años retiradas del mercado por orden judicial, serán destruidas, y Loli tendrá que pagar 18.000 euros por daños morales más intereses y costas.

Una de las fotografías prohibidas es la foto de boda de Joaquín y Loli en la que aparece Carmen González Calzada, madre de Joaquín, al fondo:

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Ésta es la nota de prensa que los hijos hemos publicado en respuesta a la noticia que ha aparecido en Europa Press:

El Tribunal Supremo declara libro biográfico de escaso valor histórico y cultural y condena a viuda a pagar 18.000€ por daños morales.

El pasado 30 de junio se publicó en Europa Press la siguiente noticia: “El TS confirma que debe indemnizar con 18.000 euros a sus cuñados por usar fotos familiares en un libro”.

Los hijos de Mª Dolores Samper Sánchez (conocida como Loli de Prada), autora del libro objeto de litigio “Joaquín y Loli. Un encuentro de cine”, han manifestado su perplejidad ante la sentencia del TS que, repetidamente, califica la obra de “escaso interés histórico y cultural” y creen que esas calificaciones revelan, cuanto menos, que apenas si se ha hecho un examen superficial de la misma.

La sentencia se centra en trece fotografías, siete de las cuales son de infancia, tomadas en los años 40, en las que aparecen los demandantes junto a su hermano, protagonista del libro y marido de la autora, Joaquín de Prada González, que falleció en 1991. En el resto de imágenes, tomadas anteriormente a los años cuarenta, aparecen los padres, y el abuelo de los mismos. La autora tendrá que pagar 18.000 euros por daños morales (más costas e intereses) y las copias existentes del libro, que fue retirado del mercado por orden judicial a los inicios del conflicto, deberán ser destruidas.

La calificación del libro como de “escaso interés histórico y cultural” sorprende pues éste contiene un extenso capítulo dedicado a la histórica revista “Cinema Universitario” y a las “Primeras Conversaciones Cinematográficas Nacionales”, que se celebraron en Salamanca en 1955, a las que estuvo estrechamente vinculado Joaquín de Prada. Incluye un texto del escritor Luciano G. Egido (Premio Castilla y León de las Letras, 2004) y el llamamiento a las Conversaciones (que se incluye en versión facsímil en el libro) tuvo un gran impacto político e incluía las firmas de, entre otros, Juan Antonio Bardem, Basilio Martín Patino y el propio Joaquín de Prada.

A modo de ejemplo de su interés histórico y cultural, los hijos comentan que el libro se encuentra disponible para consulta en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos (gran honor ya que suelen adquirir pocos libros extranjeros).

Los hijos de la autora consideran indudable la relevancia de su padre, Joaquín de Prada, como crítico de cine en los años cincuenta, relevancia a la que se alude en numerosos estudios académicos, y su papel nada secundario en lo que se ha venido a llamar ‘resistencia cultural al franquismo’. También es relevante su protagonismo como notario (era vicedecano del Colegio Notarial de Cataluña a su muerte), con numerosas publicaciones en esa área. Es por eso que los comentarios del TS causan particular ofensa a los hijos y amigos de este sector de la familia, pues el contenido del libro es inofensivo y tiene como único propósito el homenajear a una persona excepcional.

Independientemente del drama familiar, conviene valorar las muchas ramificaciones que la sentencia tendrá en el mundo editorial. El editor del libro, Mario Martín Fraile, comenta en la segunda edición del libro (publicado en 2012 bajo el título “Censurado. Joaquín y Loli. Un encuentro de cine”) que “…de ahora en adelante, cualquier editorial tendrá que plantearse la utilización de fotografías familiares, en libros de tipo conmemorativo, populares, tradicionales, o biográficos”.

El escritor e investigador José Manuel de Prada Samper, uno de los hijos de la autora, declara en una carta de apoyo publicada en la segunda edición que “Sólo las sociedades oprimidas o seriamente trastornadas pueden generar instancias que pretendan controlar la memoria colectiva o erigirse en sus exclusivos depositarios o garantes. Del mismo modo, nadie en una familia extensa puede pretender ser el propietario exclusivo de sus historias y objetos, sus lugares y sus imágenes. No hay en el mundo tribunal alguno legitimado para privar a nadie de un patrimonio que es, por definición, inalienable pues constituye un elemento vital de lo que somos, sentimos y pensamos”.

La autora del libro que sufrió un ictus cerebral en 2010 y está sumida en una profunda depresión a raíz de este conflicto familiar, intenta mantenerse activa a sus ochenta años y con la ayuda de sus hijos sigue compartiendo memorias y fotografías en su blog personal: www.lolideprada.com

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Hoy comparto con vosotros unas fotos de mamá (Carmen González Calzada, la madre de Joaquín) en la que se la ve disfrutando junto a mis hijos, sus nietos.

Carmen González Calzada

Carmen González Calzada

Por muy ridículo que parezca yo no puedo publicar estas fotos. Si no sabes de que te estoy hablando, te pido que leas esta entrada de mi blog en la que lo explico: http://www.lolideprada.com/?p=1772.

Carmen González Calzada

Y es que tengo prohibido, por sentencia judicial, publicar en cualquier forma cualquier fotografía en la que aparezca la imagen de los demandantes (los hermanos de Joaquín) y sus ascendientes. “Sus” ascendientes, como si esos ascendientes no lo fueran también de mi marido y de nuestros hijos, en fin, así está la “Justicia” en España…

Carmen González Calzada

Carmen González Calzada La cuestión es que para salvaguardar semejante majadería, es mi hija quien las ha colgado en su cuenta de Flickr, y es enlazando con su cuenta que las podéis ver… no sea que la “familia” mande a la guardia civil y acabe yo en la carcel (lo cual, si ocurriera, no dudo que les daría mucho gustirrinín, lo cual no sería muy cristiano que digamos, pero ¡hala! a confesarse como cada domingo y todo solucionado).

Carmen González Calzada

Carmen González Calzada

Olvidándonos de esa gente desagradable, nos tenemos que quedar con los buenos recuerdos. Los recuerdos de mamá disfrutando en sus visitas a nuestra casa, o de nuestras visitas a la suya (como es el caso de estas fotos). Nuestros hijos querían mucho a su abuela, y su abuela adoraba a nuestros hijos.

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Mis abuelosLos padres de Joaquín y abuelos de mis hijos: Cármen González Calzada y José María de Prada y Fernández Mesones

Yo escribí un libro. Mi libro. Mejor dicho “nuestro libro” pues es el libro de Joaquín y Loli. Esta fue mi manera de mantener viva la memoria de Joaquín de Prada González y compartirlo con el mundo pues era demasiado maravilloso como para que el resto del mundo no se enterase.

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Los hay que crean y los hay que destruyen. Ellos quisieron destruir mi libro. Destruirme a mi, sin pensar en los costes o las consecuencias. Eliminar toda memoria de Joaquín y mía. Sospecho que les molestó la honestidad del libro, al igual que les he molestado YO desde el momento que entré en la vida de Joaquín. No pudieron quitarme a Joaquín pues nuestro amor era verdadero. Cuantos más obstáculos tuvimos más creció ese amor. Pero se emperraron en quitarnos el libro (que hemos vuelto a publicar, ajustándonos a la sentencia que les da, tristemente, la razón). Ellos son los dos hermanos de Joaquín que le sobreviven, José María y Manuel.

Como brabucones, primero enviaron una carta amenazadora, pensando que nos amendrantarían. La carta, ese famoso burofax enviado en la navidad de 2006, contenía amenazas que a ratos eran de chiste (y difícil es creer que vengan de la mano de un abogado). Como esta:

O esta siguiente perla, que viene a demostrar lo poco que conocían a su hermano:

Si, obviamente fueron cartas escritas dentro de la privacidad y sin pensar en publicarlas en un libro. Pero son cartas maravillosas y Joaquín se habría sentido ORGULLOSO de que yo las publicara, así pienso yo, y así piensan mis hijos. ¿Realmente creen que si su “pobre hermano” pudiera levantar la cabeza lo que le avergonzaría sería nuestro libro? ¿de verdad? ¿No se les ocurre pensar que a lo mejor lo que le avergonzaría es que sus hermanos le mandaran a su viuda semejante brabuconada? ¿o que le avergonzaría todavía más que luego esos hermanos le pusieran un pleito a su viuda?… A VER, SEAMOS SERIOS. Si algo ha de causar vergüenza es lo que han hecho ellos, y no el publicar una historia de amor y unas cartas llenas de cariño.

Lo que sigue en esa carta tan llena de cariño es el el argumento que luego han usado en juicio y que (a falta de la palabra final del Tribunal Supremo) les ha dado lo que querían. Esas fotos en las que aparecen junto con Joaquín de pequeños son aparentemente una grave invasión a su privacidad, y lo que es más aberrante, la publicación de fotos de padres y abuelos, aparentemente, también es una invasión a su privacidad. En fin, no os voy a aburrir más. El que quiera leer el burrofax completo puede acceder a él haciendo click aquí.

Lo que duele mucho más que los 18.000 euros que tendremos que pagarles (por la gravedad de los daños morales que aparentemente les hemos causado), eso si el Supremo les sigue dando la razón, es la prohibición de publicar fotografías de los padres y de  los abuelos de Joaquín (abuelos y bisabuelos de mis hijos):

Lo cual ha dado lugar a situaciones absurdas como la de tener que eliminar con Photoshop a la madre de Joaquín de nuestra foto de boda. Aquí os la puedo mostrar al completo pues la ha publicado mi hija en su cuenta de Flickr y yo no hago más que enlazar (al igual que con la maravillosa foto de arriba), pero en el libro ella ha sido eliminada:

Boda Joaquin y Loli

Otro absurdo es que, como un juez ha dicho que no puedo publicar fotos de los abuelos y bisabuelos de mis hijos, teóricamente no podría publicar la siguiente foto, que se tomó el 11 de noviembre de 1927 en la Universidad de Salamanca, con ocasión del nombramiento honoris causa del Sr. Brown Scott (jurista especialista en Derecho Internacional  y del Sr. Fernández y Medina (ministro de Uruguay).

Sabemos quién es quién (o casi todos) por que la foto ha aparecido publicada. Obviamente a Manuel González Calzada lo reconocemos inmediatamente y es así como encontramos esta foto en el Archivo Fotográfico de Salamanca, mirando fotos y viendo si lo reconocíamos. También lo sabemos pues al día siguiente de la fotografía apareció un artículo en el ABC dónde se dice:

Formaban la presidencia el ministro de Instrucción publica, Sr. Callejo; el rector de la Universidad de Salamanca, Sr. Esperabé; el presidente de la Asamblea Nacional Consultiva, Sr. Yanguas Messía, que lo es a la vez de la Asociación de Francisco de Vitoria; el embajador de los Estados Unidos de América, el duque de Alba, Mr. Brown Scott, el representante de la Universidad de Lisboa, Sr. Magalhaes; el ministro del Uruguay, Sr. Fernández y Medina. Los estrados se hallaban totalmente ocupados por los representantes de las distintas Facultades, tomando asiento en ellos los Sres. Hoyos, Méndez, Rodríguez Arrieta, Corredera, Calzada, Peña, Barcia, García Blanco, Sánchez de Parga, Muñoz García, obispo de la diócesis, fiscal de Su Majestad, alcalde de Salamanca, Fernández Pridas, Diez, Canseco, marqués de Olivart, López Montesinos, cronista de Salamanca, delegado de Hacienda, presidentes de la Diputación y de la Audiencia, rectores del Colegio de los Irlandeses, padres jesuitas, dominicos, carmelitas, agustinos y salesianos; decanos de los Colegios de Abogados y Procuradores, gobernadores civil y militar, coroneles de los Cuerpos de la guarnición, directores del Instituto de segunda enseñanza y de las Escuelas Normales de maestros y de maestras.

Finalmente también quiero compartir con vosotros estos maravillosos diplomas que Joaquín y yo salvamos de acabar en la basura cuando se vendió la casa familiar de Salamanca.

El título de licenciado en derecho y el título de doctor en derecho del padre de Joaquín: José María de Prada y Fernández-Mesones y dos premios extraordinarios del examen de estado Joaquín de Prada González.

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El 31 de diciembre de 1936 murió Miguel de Unamuno. Hace 75 años. No deja de ser sorprendente lo que ha cambiado España en esos 75 años. Hace 75 años España estaba en plena guerra civil (o incivil como la llamó Unamuno) y la luz al final del tunel estaba muy lejos de avistarse.

Miguel de Unamuno era bilbaino pero pasó gran parte de su vida en Salamanca y allí murió. Como sabéis, Joaquín de Prada González, mi Joaquín, también era de Salamanca y tenía tan solo 3 años y cuatro meses cuando Unamuno murió. El abuelo de Joaquín, Manuel González Calzada, era entonces catedrático de la facultad de ciencias de la Universidad de Salamanca, compañero de Unamuno, y en la familia se conocían anécdotas que contaba mamá (Carmen González Pérez, la madre de Joaquín) de cuando su padre coincidía en algún tribunal de éxamenes con Unamuno (gran aficionado a la papirofléxia) y al acabar se traía Manuel para casa las pajaritas de papel que éste había hecho y dejado atrás, ya que a sus hijas les gustaba jugar con ellas.

Tristemente, Manuel González Calzada fue testigo directo y partícipe de uno de los golpes más bajos que recibió Unamuno tras el incidente que ocurrió el Día de la Raza (12 de octubre de 1936) -ver más abajo un recuento del incidente-. Por unanimidad fue destituido de su cargo de Rector Vitalicio, siendo presidente del claustro en aquella ocasión y por circunstancias, Manuel González Calzada.

Algunos de vosotros sabéis, que por orden judicial, no puedo reproducir o publicar fotografías en las que aparezca la imagen de los demandantes y sus ascendientes. Los demandantes son José María de Prada González y Manuel Prada González, “hermanos” de Joaquín. Y pongo hermanos entre comillas pues ni le llegan a la suela del zapato a Joaquín ni se merecen ser llamados hermanos tras lo que le han hecho a él, a nuestros hijos y a mí. Bueno, volviendo al caso, que no se froten las manos pensando en un nuevo pleito pues no soy yo quien ha publicado esta foto que véis abajo si no mi hija Cristina de Prada, y yo me limito a poner un enlace a la misma.

Si no sabéis de que va esta historia, os recomiendo que os paseéis por mi blog y os pongáis al día. Y si queréis un atajo, visitad esta entrada: http://www.lolideprada.com/?p=886 y esta http://www.lolideprada.com/?p=801 y esta http://www.lolideprada.com/?p=16 y esta de mi hija Cristina: kuki.deprada.net/?p=245 y esta de mi hijo Joaquín: joaco.deprada.net/?p=134

En fin, esta imagen es un escaneo del carnet de Catedrático numerario de la facultad de Ciencias de la Universidad de Salamanca del abuelo de Joaquín, Manuel González Calzada. Fechado 24 de mayo de 1935.

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Si queréis profundizar en el tema de los últimos meses de Unamuno y el famoso incidente, no hay mejor libro que el escrito por nuestro querido amigo, Luciano G. Egido Agonizar en Salamanca. Unamuno, julio-diciembre 1936 de la Editorial Tusquets.

Leerlo es una gozada. A modo de caramelo os pongo este pequeño fragmento del libro:

“Y fue aquel hombre viejo, de setenta y dos años con su catarro no curado del todo, harto de estar callado, enfurecido por lo que estaba viendo, avergonzado de lo que había dicho y fiel a la contradicción permanente, sin dejar de ser él mismo, de su vida, y dijo no. Como había previsto, se le desató la lengua que evidentemente tenía atada, y dijo no. En medio del ceremonial del nuevo vocabulario, rodeado de los partidarios armados y exaltados del sí, dijo no. Se atrevió a decir lo que hacía semanas que venía pensando, lo que creyó que tenía que decir, una vez más sin medir las consecuencias, fuera de las circunstancias y contra las circunstancias. Como siempre, dijo lo que nadie esperaba, lo que nadie podía suponer que iba a decir; ni siquiera el general Franco, que era el más listo de todos, había podido pensar que el hombre que le sustituía en aquel acto, al que le había dado la confianza de su representación, se atrevería a decir lo que dijo, en el lugar que lo dijo y delante de quien lo dijo. Porque aquel hombre viejo, como un supremo sacerdote, dijo no.”

Aquí sigue un recuento (mucho más escueto que el del libro que os recomiendo) de las circunstancias que llevaron a la destitución de Miguel de Unamuno como Rector Vitalicio y que ciertamente contribuyeron a su muerte (extraido del libro de Jaume Claret Miranda “El atroz desmoche. La destrucción de la Universidad española por el franquismo, 1936-1945)”:

El 6 de octubre, Miguel de Unamuno daba el primer paso hacia el disentimiento público y visitaba personalmente al general Francisco Franco. El rector intentó interceder por sus amigos Atilano Coco y Filiberto Villalobos, expuso la falta de base de muchas de las acusaciones, denunció los excesos y acabó pidiendo que se evitase el bombardeo de Bilbao, pues contaba allí con dos casas. El generalísimo no atendió ninguna de las peticiones y, de toda la entrevista, únicamente recordó sarcásticamente la última solicitud.

La siguiente escena ya nos traslada a la Fiesta de la Raza, cuando, tras la misa solemne en que el vicerrector Madruga Jiménez había sustituido al rector, se celebró un acto académico. La sesión se inició con unas palabras de Miguel de Unamuno, máxima autoridad en representación del general Francisco Franco, con Carmen Polo a su lado. Después tomaron la palabra el catedrático José María Ramos Loscertales, el dominico e historiador Vicente Beltrán de Heredia, el catedrático Francisco Maldonado de Guevara y Andrés y el poeta y presidente de la Comisión de Cultura y Enseñanza, José María Pemán Pemartín.

Los discursos se caracterizaron por su vehemencia, especialmente el del profesor Maldonado de Guevara, quien atacó violentamente al nacionalismo catalán y al vasco, describiéndolos como “cánceres en el cuerpo de la nación”. Tan sólo el fascismo, el “sanador” de España, sabía cómo exterminarlos, “cortando en la carne viva como un cirujano resuelto, libre de falsos sentimentalismos”. La excitación retórica provocó un brusco inciso del general José Millán Astray y sus seguidores con gritos y saludos fascistas.

Tras el incidente, los parlamentos se reanudaron, pero el rector salmantino decidió responder a la provocación y buscó en sus bolsillos un papel donde realizar unas anotaciones. Finalmente encontró el sobre de la carta remitida por la mujer de Atilano Coco, y allí mismo redactó el guión para una intervención final no prevista. Cuando José María Pemán finalizó su perorata, Miguel de Unamuno se ponía en pie.

Aunque no se conservan sus palabras exactas y las versiones varían de uno a otro autor, el sentido último se mantiene en todas ellas. “Dije que no quería hablar, porque me conozco; pero se me ha tirado de la lengua y debo hacerlo. Se ha hablado aquí de guerra internacional y en defensa de la civilización cristiana: yo mismo lo he hecho otras veces. Pero no, la nuestra es sólo una guerra incivil. Nací arrullado por una guerra civil y sé lo que digo. Vencer no es convencer, sobre todo, y no puede convencer el odio que no deja lugar para la compasión; el odio a la inteligencia que es crítica diferenciadora, inquisitiva, mas no de inquisición. Se ha hablado también de los catalanes y los vascos, llamándoles la anti-España; pues bien, con la misma razón pueden ellos decir otro tanto. Y aquí está el señor obispo, catalán, para enseñaros la doctrina cristiana que no queréis conocer, y yo, que soy vasco, llevo toda la vida enseñándoos la lengua española, que no sabéis. Ése sí es imperio, el de la lengua española, y no … “

Las palabras del rector finalizaron bruscamente, pues el manco general Millán Astray se levantó de nuevo y rompió el hilo del discurso golpeando la mesa con su única mano mientras, por dos veces, gritaba: “¿Puedo hablar?”. El militar justificó de nuevo la guerra y, secundado por la mayoría de los presentes, concluyó con el conocido grito de la Legión, “¡Viva la muerte!” y el aún más famoso a partir de entonces, “¡Mueran los intelectuales!”. Algunos autores invierten el orden de las exclamaciones, pero el resultado fue el mismo: Miguel de Unamuno trató en vano de replicarle y tuvo que ser escoltado por la guardia personal de Carmen Polo, quien lo tomó del brazo. En el coche oficial del Cuartel General, el rector salmantino era acompañado hasta su casa. El mismo general Franco comentó posteriormente que “todo fue una réplica del general a la actitud bastante molesta del señor Unamuno, que no se justificaba en un acto patriótico, en un día tan señalado y en la España nacionalista que lucha en el campo de batalla con un feroz enemigo y con grandes dificultades para vencerlo”.

El cierre de filas fue inmediato. Aquella misma tarde, sus compañeros habituales de tertulia en el Casino le dieron la espalda y lo insultaron. Poco después, se dio marcha atrás en su nombramiento como presidente honorario. El día 13, en sesión secreta, el Ayuntamiento solicitaba formalmente al gobernador civil su destitución como concejal. El regidor Rubio Polo lo acusaba de tener una “actitud incongruente, facciosa y antipatriótica”.

Al día siguiente, 14 de octubre de 1936, bajo la presidencia accidental del decano de Ciencias, Manuel González Calzada, y a propuesta del decano de Filosofía y Letras, José María Ramos Loscertales, el Claustro de la Universidad de Salamanca, al retirar por unanimidad la confianza en su actual Rector, considera el cargo como vacante y propone al Alto Mando para el cargo de rector de esta Universidad al catedrático Don Esteban Madruga Jiménez. Los mismos que el 25 de enero de 1935 presentaban, también por unanimidad, la candidatura de Miguel de Unamuno al premio Nobel de Literatura, apoyaban ahora su defenestración. El 18 de octubre era cesado oficialmente.

Tras comprobar cómo por la calle la gente le increpaba y la policía lo vigilaba, el ya ex rector no volvió prácticamente a abandonar su casa de la calle Bordadores. “He decidido no salir ya de casa desde que me he percatado de que al pobrecito policía esclavo que me sigue -a respetable distancia- a todas partes, es para que no escape -no sé a dónde- y así se me retenga en este disfrazado encarcelamiento como rehén no sé de qué, ni por qué ni para qué …”

Los hijos tenían miedo de lo que pudiera suceder, y por ello pidieron a su padre, y casi le impusieron, que se quedara en casa y hablara lo menos posible con la gente, lo que era mucho pedir para su temperamento, y estaba deseando que le visitase cualquier amigo para desahogarse. Pero pocos eran los que se atrevían a frecuentar su casa en aquellos día, más allá de algunos falangistas que intentaban conquistarlo para su causa y con los que mantenía acaloradas discusiones.

El 19 de diciembre la Junta Universitaria, como si nada hubiese ocurrido, daba lectura a una carta remitida por el ya ex rector, donde reiteraba su voluntad de donar su biblioteca particular al centro. Sus antiguos compañeros se limitaban a transmitirle “su más grande agradecimiento” por el donativo.

Finalmente, el día 31, entre las cuatro y media y las cinco de la tarde, en una Salamanca a oscuras en previsión de los ataques aéreos, moría «intoxicado por el brasero» Miguel de Unamuno y Jugo. Al día siguiente, ano nuevo de 1937, se reunían en su velatorio familiares, catedráticos y falangistas. Estos últimos conseguían apropiarse del féretro y enterrarlo con los honores destinados a uno de los suyos. El nieto del ex rector, Miguel, testigo de la escena, salía corriendo mientras gritaba: “Se llevan al abuelo, a tirarlo al río”.

Aquel mismo diciembre, el día 8, había sido fusilado su amigo el pastor protestante Atilano Coco, sin ser sometido a juicio, contra las tapias del cementerio del Marín. En su ficha carcelaria se recogía como destino: “Libertad”.

 

 

 

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Hace días que mi hijo Joaquín puso en su blog esta divertida película de una visita al zoo de Madrid el verano de 1971. Forma parte de las películas de Super8 que Joaquín junto con Peter están digitalizando.

Me gustan en particular esos segundos al principio de la película en que sale la madre de mi marido, Carmen, haciendo mimos a mi hija Cristina. Carmen perdió a su única hija cuando esta era pequeña en un trágico accidente. Siempre existió una conexión y un cariño muy especial entre Cristina y su abuela, más que con ninguna otra nieta.

Os pongo el enlace para que lo podáis ver directo. Y aquí va también un enlace al blog de mi hijo Joaquín.

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